Al acabar la Guerra Civil, mi madre, Quiteria Franco Sevil, tenía
13 años. En el año 1940 su padre, Miguel Franco Sevil, fue hecho
preso en la cárcel de partido de Ateca (Zaragoza). Entre padre e
hija se inició una correspondencia durante el tiempo del encierro.
Las condiciones de vida de los presos eran durísimas, a pesar de
ello, Miguel nunca se quejó comprendiendo las grandes dificultades
por las que pasa la familia, que había perdido a su hijo Miguel en
el frente, en Balaguer (Lleida). Gerardo, otro de los hijos, estaba
refugiado de la Guerra Civil del año 1936 en Saint Malo en Francia,
que poco tiempo después sería bombardeado y como consecuencia
fallecería. Sus otros hijos María, Joaquin y la pequeña Quiteria,
continuaban en Samper de Calanda (Teruel).
Rafael Jariod Franco
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